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los dos riñones y la grasa que los cubre, o sea la que está junto a los lomos, y la parte grasa del hígado, que sacará junto con los riñones. El sacerdote quemará todo eso sobre el altar como ofrenda de comida para el SEÑOR, pues es un sacrificio de restitución. Todos los sacerdotes podrán comer de él, aunque en un lugar consagrado, pues es algo muy sagrado.

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